domingo, 20 de marzo de 2016

Fiji: más allá del paraiso

Pasaron casi 4 meses de mis días en Fiji. Pero como siempre digo…no siempre es el día. Y procesar lo que uno vivió sumado a la carencia de internet y al exceso de cerezas y bla bla bla. Se me pasó el tiempo. Al menos ese tiempo.

Tonalidades
En fin, por suerte en aquellos pequeños momentos de lucidez, mientras viajo me gusta escribir en el diario de viaje (en uno de ellos, porque he recibido varios obsequios antes de mi partida) todas aquellas sensaciones que experimento cuando me muevo a lugares desconocidos.
Primero lo primero. ¿Por qué Fiji? Bueno…siempre me pareció muy lejano. Pero la película “The Truman Show” fue mi primer conexión con este país de película. Y ni siquiera…porque en esta película solo se nombra a Fiji como un lugar al que se quiere llegar…aunque nunca sabremos si Truman lo logra. Pero yo si. Es que Nueva Zelanda está siendo un puente increíble en mi vida. Para mucho…para poco…para perder…para encontrar…pero siempre para adelante.

Y es así como se acercaba mi cumpleaños Nº 29 y no sabía que podía hacer…sin demasiados ahorros por ese momento (y por estos tantos jaja) pero con la suficiente decisión de que una vez más, mi cumpleaños debía celebrarse.


 Así que, con el pasaje en mano y mucho trabajo por delante para conseguir lo que me faltaba para pasar 12 inolvidables días.
La llegada iba a ser en Nadi, en la isla principal de Vita Levu. Calor. Mucho calor. Humedad. Y lo primero era saber que islas visitar los primeros días. Y por supuesto, desde el vamos yo tenía decidido visitar la capital, Suva (Aclaración: trato aun de descubrir porque quiero conocer las capitales de los países que visito).
Después de escuchar algunas sugerencias y precios, con mis compañeras de viaje Bele y Florcha, decidimos irnos a la más alejada de las islas del grupo de las Yasawas: Nacula.
                                 Compañeras de ruta
Después de 5 horas de barco llegamos a una pequeña isla donde solo nos hospedábamos menos de 10 personas. Atendido por locales, con comidas típicas y aguas en todos los tonos de celestes, azules y tuequesas. Hasta ahí lo esperable. Ya sabía que Fiji iba a ser un paraíso, pero fue en esta isla cuando decidimos también visitar la aldea de los locales a solo unos 10 minutos hacia el centro de la isla, donde además de pedir permiso al jefe de la aldea, debíamos cubrirnos hasta las rodillas y no “mostrar demasiado”. En esta primera experiencia, y como “turistas” recién llegadas, decidimos atravesar la aldea e ir por “lo nuestro”: la playa cristalina y desierta. Horas y horas en el agua. Y eso que no soy “playera” para nada…pero que afortunada fui. Fue ahí, en esas aguas donde festeje mis 29 y la concluí comiendo “Lovo”, una de las comida típica de Fiji que consiste en carnes varias como pescado y pollo y verduras envueltas en hojas de platanos y cocinadas en un agujero en el suelo y cubierto por piedras. No está mal festejar un cumple así no? Por supuesto que me cantaron el feliz cumpleaños!!! J
Nacula. Arriba: en la playa con niños fijianos.
Abajo: cocinando Lovo.
En lo cultural, esta fue la isla que mas me gusto…por su originalidad, por la gente que  conocí y por sobre todo porque a pesar de que no había demasiada luz (solo un par de horas al día) había suficiente energía. Fue en ese lugar donde dejé el invierno atrás.
En esa isla también tuve la experiencia de presenciar una misa católica metodista a la cual nos acompañaron lugareños y en donde conocimos al jefe de la aldea, la gente vestida religiosamente, lindas morenas y grandes cantores.
La segunda isla en donde paramos fue en Nanuya Island, donde bueno…nos equivocamos de hostel y nos fuimos a uno mas caro…hasta ahí todo a favor…hasta que llegó el momento de dejar la isla y nos cobraron las comida ;-) Punto y aparte, el atardecer acá fue muy bello pero el ambiente para mi gusto era muy turístico, aunque disfrute de mi mañana en kayak, un buen desayuno y almuerzo.

La tercer isla fue Quata. A nivel paisajístico era diferente al resto. Rocosa. Una vez más, éramos muy pocos en el hostel. Lo más lindo de esta isla fue el atardecer. Tal vez pude disfrutar más fotografiandolo que en otros.

La cuarta y tan esperada isla fue Beachcomber. Tan esperada como decepcionante. Era la supuesta isla de “la fiesta”. Simplemente encontré adolescentes (como yo jaja) con ganas de darle al alcohol pero no con muchas ganas de bailar. Y acá pueden discentir. Una fiesta sin baile, no es fiesta! Al menos para mí. La verdad, agradezco no haberme quedado más de 24 horas acá! Ni siquiera tenía una linda playa. Imaginense que lo mejor que me paso aca fue tener wifi… después de varios días de aislamiento del “feis” jaja.

Y bueno, la última parada de playa (y ya con ganas de llegar a “la ciudad”) llegamos a la isla de Maná…también bastante turístico y con menos originalidad.
Puedo decir que a medida que nos íbamos acercando a la isla principal  (Viti Levu) se podía ver más costumbres y cultura de la india (el 40% de la población de Fiji proviene de la India) y menos cultura fijiana. Se suponía que acá íbamos a estar 4 días! Nooo, no lo podía soportar. Ya demasiada playa y encima muy turística.
Por eso, en los últimos días y ya cansada de “bobear” en el agua y la playa, y el sol y la arena y sucumdum sucumdum…me senté a observar. Simplemente quedarme sola y en silencio con mis pensamientos.
La vida fijiana en frente de mis ojos. Familias. Madre e hija. Nieta y abuela. Hermanos. Hermanitos. Los chicos de vacaciones. Juegos en el agua. Y algunas conversaciones con los locales. O locales temporales ya que la mayoría de los habitantes de la aldea que estaba atrás del hostel solo vivían allí por la temporada.
Fijian style
Y me pasó que caminando hacia nuestra habitación 5 estrellas (naaa mentira, 1 millón de estrellas era las que veía en el cielo jaja) veo a un chico de como unos 10 años con la camiseta del Kun Agüero. Qué lejos y que cerca estamos no?. Y entonces un “Hello” inicio una interesante conversación con una mujer que estaba con sus bebes sentada afuera en su casa sobre un alfombra hecha con hojas y fue la excusa perfecta para sentarme con ellos y por supuesto con su sobrino, fan del Kun Agüero.
Era lo que estaba esperando. Eso mismo es lo que me gusta de mis viajes. A veces quisiera no ser turista. Poder sentirme parte de esa familia, de ese grupo…pero me acerco lo más que puedo. Me presentó a su familia, sus hijos y muchas preguntas acerca de por qué yo quería conocer el Sudeste Asiático estando en Nueva Zelanda. Y muchas preguntas sobre Argentina ¿Cómo es? Si. Yo también siempre quiero saber ¿Cómo es?.
Y asi tras regalarme una pulsera y yo entregarle un billete argentino, nos despedimos. Ese día me despedí de la playas fijianas y de la mejor manera.
Ariiba, raices de Kava. Abajo Nadi en colores y bus local.
Navala village.
Otra vez en Nadi, y con la idea fija de visitar Navala. Una de las pocas aldeas con construcciones originales fijianas. Por supuesto venden excursiones y nadie te quiere decir cómo llegar. Pero llegamos. Tomando 3 colectivos. Preguntando 101 veces. Pero en el paso final no nos salvamos de ser atrapadas por un “caza-turista” que nos dijo que la única forma de llegar era con él jaja. O sea un taxi. Pero bueno…nos ahorramos mucho más de lo que pensamos y fue…un viaje un poco “acelerado”. Y si no…pregúntenle a Belen. Nos dieron ganas de hacer una vaquita y regalarle un envase de liquido para freno al “culeao” ajaja. Los ruidos de esa camioneta y las subidas y bajada no se olvidan jaja.
Con una bolsa de kava en la mano y con ansias de conocer al “jefe de la tribu” llegamos.
Simplemente bella. Hermoso lugar. Hermosas casas. Paz y tranquilidad. Sin ruidos. El calor seguía por supuesto. Una aldea donde fluye el autoabastecimiento.
Y no…el jefe recibió las raíces de kava pero no nos recibió a nosotras jaja. Fuimos atendidas por la mano deracha del jefe. Nada mal no? Jaja.
En fin. Tras un recorrido con la mujer de la mano derecha ( o izquierda quien sabe jaja) hicimos un breve (o al menos mas breve de lo esperábamos jaja) recorrido de la aldea. De regreso. Tres buses locales y muuuchooo calooor.

Anteultimo día!. Vamos a Suva! Sisisi la loca de las capitales quería saber que pasaba por allí. Cuatro horas de viaje, tres de horas en Suva, y 4 horas de vuelta! Caminata por los puntos principales, comida, escape de un sospechoso, una foto en la puerta de la casa presidencial, un par de mangos por 1 mango y a regresar!. El paisaje entre Nadi y Suva es increíblemente hermoso. Y a la vuelta, desde el micro que tiene su camino por la costa, mi retina se inpregnó de un atardecer increíble.
Y eso fue Fiji. A veces difícil de plasmar por escrito no solo lo vivido sino también lo sentido.
Suva, capital de Fiji.
Fiji en oraciones: Bula!. Siempre cantando, siempre sonriendo. Los niños nadan como pez en el agua.  El autoabastecimiento de los locales se mezcla con las necesidades creadas de los turistas. Escuchar y no entender. El turismo empieza a apagar la tradición. Vivir de lo propio. Lindas morenas. Lindos cantores. Especiales oradores. Convivir con otro tipo de aspiraciones de viaje. Sorrrrry!!!
Atardeceres I
Atardeceres II
Vinaka Fiji…VINAKA (*gracias en idioma fijiano)